20 noviembre 2016

MISTER TRUMP Y LA ECONOMÍA Julio Rodríguez López

 “Las consecuencias de la presidencia de Donald Trump serán muchas y variadas. Las económicas no serán las menos importantes” “La administración Trump puede revertir la globalización, desestabilizar el sistema financiero, debilitar las finanzas públicas de Estados Unidos y amenazar la confianza en el dólar” (M. Wolf, “The economic consequences of Mr. Trump”, FT, 11.10.2016).

Conforme se aleja el día de la elección presidencial  y se aproxima el de la toma de posesión en el próximo enero, mayor es la sensación de estar ante un auténtico punto de inflexión en la política general en Estados Unidos. Dichas consecuencias no se limitarán a ese país, sino que afectarán a todo el mundo y pueden resultar muy negativas para Europa. El paralelismo con la entrada de Ronald Reagan en el gobierno en enero de 1980  es evidente (“el gobierno no es la solución a los problemas, sino que es el problema”, Reagan dijo entonces). Los cambios de Reagan se han revelado como más que duraderos.

Trump ha puesto de manifiesto su hostilidad hacia los compromisos de Estados Unidos en materia comercial. No habrá Acuerdo Trasatlántico (TTIP)  ni quedará nada en su lugar. El nuevo presidente pretende atacar los problemas de deslocalización empresarial imponiendo pesados aranceles  a los productos procedentes de las empresas deslocalizadas. Esto  puede llevar a  disputas comerciales, sobre todo con China y México. Todo ello redundará en un menor aumento del comercio mundial, lo que afectará de forma negativa al  crecimiento.

Junto al ataque a la globalización, destaca la más que prometida reforma de la ley Dodd-Frank, texto legal  emanado de la crisis de 2007 y que ha pretendido poner orden en el funcionamiento de los bancos. La desregulación consiguiente hará más fácil que se repitan crisis como la de 2007-08. Trump  ha anunciado, en tercer lugar, cambios fiscales que reducirán la presión fiscal, en especial a las rentas más elevadas. Dichos cambios incluirán  una reforma del impuesto de sociedades, que rebajará el tipo impositivo desde el 35% actual hasta el 15%. Se han estimado importantes aumentos de la deuda pública de Estados Unidos  en tales circunstancias (10 billones de dólares en diez años).

Los excesos fiscales se podrían compensar por parte del banco central de Estados Unidos, el Federal Reserve Bank, a cuya presidenta le quedará un año de mandato cuando llegue al poder el nuevo presidente. Trump desconfía de la presidenta de la FED,   Janet Yellen, que será presionada desde  el primer día para que deje el cargo antes del fin de su mandato.
Trump montará su plataforma en torno al proteccionismo, en mantener las prestaciones sociales y en defender un programa de inversiones públicas. 

La mayoría republicana en las dos cámaras presionará para lograr amplias reducciones de impuestos, sobre todo en el de sociedades. Además,  buscará desregular todo lo que se ponga por delante y derribar la reforma de la sanidad pública llevada a cabo por Obama, dejando de lado la cuestión del cambio climático. La política fiscal y la política de oferta serán los ejes de la política económica, cambiándose si es necesario las leyes correspondientes para acabar con la independencia de la Reserva Federal. (Gillian Tett, “Reversal of Monetary Rule under President Trump”, FT, 10.11.2016).
Las regiones que producen bienes tangibles  y que pasan por momentos difíciles han apostado por Trump, y no por Clinton. Es evidente que se han hecho muchas cosas mal en materia  de globalización, que se ha ido demasiado lejos y que muchos trabajadores se han quedado en la cuneta..

“América primero” implica promover un  aislacionismo beligerante, esto es, un orden internacional basado en el poder más que en el respeto a leyes y acuerdos (Ph. Stephens, “América can survive Trump. Not so the west”, FT, 10.11.2016). 

Como  diría Kavafis, los sabios se preocupan, "escuchan el eco de las cosas que aún no han sucedido". Hay mucho por suceder, y no necesariamente positivo,  a partir del próximo enero de 2017.

Una versión de este  trabajo se ha publicado en la revista semanal “El Siglo de Europa”, de 21 de noviembre de 2016”.




[1] JRL es  vocal del Consejo Superior de Estadística y miembro de Economistas frente a la Crisis