27 julio 2016

LAS SOMBRIAS IMPLICACIONES DEL BREXIT Julio Rodríguez López


El primer mes del verano de 2016 ha estado acompañado  de un  conjunto de  circunstancias poco proclives al optimismo. Entre las mismas destacan el resultado negativo del referéndum británico sobre la continuidad o no de dicho país dentro de la Unión Europea, la nueva masacre terrorista en Francia, el frustrado golpe de estado en Turquía, las evidencias de tensiones raciales profundas en Estados Unidos. En este país  el populista de derechas  Donald Trump se ha visto confirmado como candidato republicano a la presidencia de dicho país  en las próximas elecciones de noviembre de 2016. 

El resultado del referéndum británico  ha provocado una fuerte sacudida política en el Reino Unido. En dicho país  hay un nuevo primer ministro, tras la acelerada dimisión de Cameron, y está en crisis el partido laborista, circunstancia que está permitiendo gobernar a los conservadores sin apenas oposición. El Reino Unido es la tercera economía de la Unión Europea, pero  su desenvolvimiento económico no tiene la  vida fácil. Sus reservas de divisas cubren las importaciones de unos seis meses y  destaca que  el déficit corriente está próximo al 7% del PIB,  que es un nivel considerable.

 La  economía británica va a depender de las aportaciones de ahorro procedentes del resto del mundo. De momento la libra se ha estabilizado en un nivel inferior en un 10% al precedente al brexit. Todo hace indicar que la política económica británica se ha complicado profundamente respecto de la situación precedente, puesto que el brexit materializa todos los riesgos a la baja en la evolución de la economía  Resulta ya visible el retraimiento del consumo, el freno a la compra de inmuebles lujosos en Londres por parte de no residentes, la caída en la inversión exterior, en general, y el empeoramiento de expectativas que han señalado las encuestas de opiniones empresariales realizadas en julio de 2016.

 En principio sorprende el voto de los británicos en una cuestión que tanto afecta a los intereses económicos de dicho país y,  sobre todo, el  que previamente al referéndum  no se estableciesen  garantías previas a la votación, como la exigencia de una proporción mínima de votantes y el establecimiento de un resultado mínimo  superior al 50%.

Sin embargo, todo implica que el votante británico medio ha dispuesto de información como para anticipar las complicaciones que le puede caer  como consecuencia de su voto negativo en el referéndum en cuestión. Dicho votante ha desconfiado de las opiniones de los “expertos”, de los cuales recuerdan que no anticiparon la profunda crisis de 2008.
  Además, dichos expertos han defendido  a fondo la “hiperglobalización”, y no han tenido en cuenta con frecuencia los efectos de las políticas adoptadas (L. Pisany-Ferry, “¿Porque los votantes ignoraron a los expertos?”, www.socialeurope.eu, 5.7.2016), entre las que los recortes presupuestarios y  la plena libertad de movimiento de capitales provocaron las  consecuencias más trascendentes.

Las políticas económicas convenientes deben de apoyarse más en las evidencias disponibles, tienen que ser más concretas y menos genéricas y deben de incluir actuaciones  que corrijan  o palíen  los efectos más negativos de las mismas. Las políticas económicas deben atender a mejorar la eficiencia de la economía, pero  deben atender también  a que se repartan mejor los resultados del aumento de la eficiencia (Antón Costas,”El populismo: el reverso del cosmopolitismo”, El País de los Negocios, 10.7.2016).

En lo político, el brexit británico y las experiencias de numerosos países europeos confirman la presencia de una reacción política radical de derechas  ante la evolución de los problemas económicos y, sobre todo, ante la  importante entrada en Europa de un elevado número de refugiados desde el verano de 2015.

Desde la izquierda se ha carecido de un programa claro para remodelar el capitalismo en su versión presente y canalizar mejor la globalización en el siglo XXI. Numerosos dirigentes de  izquierda  han abrazado el fundamentalismo del mercado y ha adoptado sus principios centrales. Se considera que dicho vacío intelectual  de la izquierda se ha ido corrigiendo de forma gradual. Ejemplos de lo anterior son las reformas radicales realizadas  de los sistemas bancarios, la mayor atención a la desigualdad, el reforzado interés por la inversión pública para mejorar las infraestructuras e impulsar la economía verde (Dani Rodrik, “La abdicación de la izquierda,” www.eldiario.es, 11.7.2016). 

Si la Unión Europea tiene mala imagen en el Reino Unido y en amplias zonas de su territorio, ello se debe a la falta de mecanismos que protejan a los perdedores de la globalización. La propia Unión Europea, con su política de extremada austeridad,  ha reducido la capacidad de los gobiernos de actuar como protectores de dichos perdedores (Paul de Grauwe, “La UE debe tomar partido por los perdedores de la globalización”, www.socialeurope.eu,4.7.2016).

  El Fondo Monetario Internacional  ha procedido a revisar a la baja las previsiones de crecimiento mundial, resultando más drástica la revisión a la baja del crecimiento previsto para la economía británica.  En sus previsiones actualizadas del mes de julio de 2016, el FMI subraya  la necesidad de reducir  la incertidumbre sobre el brexit  y sus implicaciones. No solo hay que crecer más, sino que el crecimiento debe ser más inclusivo. Las “sublevaciones” de los perdedores sociales pueden acentuarse. Es necesario modificar de forma sustancial las políticas económicas, que deben no solo de ayudar a la gente sino que tienen que dejar de ser una garantía de sufrimiento para amplios sectores sociales.

Una versión más reducida de este artículo se publicó en la revista semanal El Siglo de Europa, de 25.7.2016





[1] JRL es vocal del Consejo Superior de Estadística y miembro de Economistas frente a la Crisis