El INE publicó
en marzo de 2016 los resultados de la Contabilidad Regional de España relativos
a 2015. Los datos del PIB por comunidades autónomas ahora divulgados respetan los totales publicados
previamente para España. Tales resultados regionales de 2015 no implican
cambios significativos respecto de los correspondientes a 2014. Se aprecia un
especial dinamismo en el crecimiento de las autonomías con mayor peso de la
construcción y la hostelería, así como en las principales áreas metropolitanas.
Según la última publicación del INE, en
2015 la primera autonomía en cuanto a valor absoluto del PIB a precios
corrientes fue Cataluña, con casi
205.000 millones de euros, el 18,9% de España, seguida de cerca por Madrid con
el 18,8%. A continuación vienen Andalucía,
Valencia y País Vasco.
El PIB por habitante es una aproximación
primaria al nivel de vida de cada territorio.
El primer puesto por autonomías en cuanto al nivel de dicha magnitud
correspondió a la Comunidad de Madrid, con 30.755 euros, un 36,6% por encima
del nivel medio de España, que en 2014 equivalía al 87,4% de la Eurozona. El
País Vasco ocupa el segundo lugar, correspondiendo a Cataluña (+18,8%) la
cuarta posición. Andalucía, con un 25,9% por debajo de la media nacional y
Extremadura, con un -30,6%, ocupan las dos últimas posiciones entre las 17
autonomías en cuanto a nivel de vida teórico.
El PIB por habitante es la resultante de
multiplicar la productividad por persona ocupada por la tasa de empleo (empleos
por habitantes). Madrid supera a la media de España en productividad, pero su
diferencia es mayor en la tasa de empleo (+22,6%). Extremadura está por debajo
de España en productividad, pero su diferencia a la baja es más acusada en la tasa de empleo (casi un 20% por
debajo).Una economía “incluyente”, que abra posibilidades de empleo a más
ciudadanos, estará siempre más
desarrollada.
En la Comunidad
de Madrid destaca la presencia de
servicios de productividad elevada (información y comunicaciones, actividades
financieras y seguros, actividades profesionales y artísticas). La industria ha
sido desplazada de dicha Comunidad por
la expansión inmobiliaria. Solo en las islas, Baleares y Canarias, hay menos presencia industrial relativa que en
Madrid. En Extremadura, la autonomía menos desarrollada de España, destaca la
presencia de agricultura-ganadería,
construcción y, sobre todo,
administraciones públicas, que son servicios no destinados a la venta.
El bienio 2014-15 fue de moderada recuperación.
La recesión cíclica “tocó fondo” en
2013. La economía española creció a un ritmo medio anual del 2,3%. Los mayores
crecimientos de dicho periodo, por autonomías, han correspondido a la Comunidad
Valenciana (2,8%), Madrid (2,50%) y Cataluña (2,45%). Las autonomías de
Galicia y Asturias (1,8%) y Castilla-La
Mancha (1,7%) registraron las menores tasas de crecimiento en el periodo
citado.
La industria no ganó peso en la economía
española en la recuperación posterior a 2013 (bajó su participación en el PIB al
15,5% en 2015). Desde 2015 se advierte un mayor dinamismo de la construcción.
Las viviendas iniciadas han experimentado fuertes aumentos en 2015 e inicios
de 2016. A pesar de la incidencia que
para España supondrá el cambio climático en marcha (elevación del nivel del
mar, incremento de temporales, aumento de la temperatura del mar en superficie,
desestabilización del equilibrio de las playas y deltas, aumento de la temperatura
local), poco o nada ha cambiado en el urbanismo que se practica en las
ciudades.
Así, en la Comunidad de Madrid destaca el celo
con el que la presidenta de esta autonomía critica al ayuntamiento de Madrid
por no dinamizar con más prontitud los proyectos de “desarrollo urbano” (hacer más
viviendas, en una palabra) de dicha ciudad.
Pero las recomendaciones de los expertos en
el clima no encuentran una administración potente que aplique sus sugerencias. Cada uno de los
8.200 ayuntamientos (que siguen aumentando en número bajo el empuje que a la
división constante en nuevos municipios aportan las autonomías)) es dueño y
señor de su urbanismo. El estado poco tiene que hacer en el modelo territorial, a la
vista del reparto competencial vigente en España.
Se idealiza, sobre todo en Andalucía, el “modelo Málaga”, como si esta provincia
ofreciese unos resultados macroeconómicos especialmente brillantes. Lo específico
de Málaga es que ha destinado una proporción elevada de suelo a viviendas de
temporada, con importante presencia de extranjeros. Tras el elevado stock de
viviendas de Málaga (tiene casi tantas viviendas como habitantes) se esconde un
nivel de PIB por habitante no superior al de la media andaluza, mientras que en
el resto de Andalucía parece se considera a Málaga poco menos que la Florida del sur de España..
Los indicadores urbanos del INE establecen 45
Áreas Urbanas Funcionales en España. La de Málaga es una de las de mayor
dimensión poblacional. De dichas 45 Áreas Urbanas, la de Málaga es la
antepenúltima en nivel de renta media de los hogares, solo por encima de
Marbella y Elche, y ocupa el puesto 38 en lo que a tasa de desempleo se
refiere. Algo tienen que ver con dicha situación los bajos salarios de la hostelería
y de la restauración. El esplendor del turismo contrasta con los bajos salarios
medios de los empleos creados en el sector.
La continuidad de una política de suelo atenta
a construir viviendas al margen de la demanda real de las mismas, en la que
ahora destaca el papel de los fondos de inversión, no ayudará a cambiar el modelo productivo. Es
posible que en la coyuntura presente, de tipos de interés por los suelos y abundante
dinero flotante a la búsqueda de rentabilidad, se repitan nuevas burbujas que luego habrá de
pagar el conjunto de la ciudadanía.
Este artículo se publicó en la revista
semanal “El Siglo de Europa” de 18.4.2016