La economía española mantuvo en el primer
trimestre de 2016 un significativo ritmo
de crecimiento de la actividad y del empleo, equivalente al de finales del
pasado ejercicio. Las previsiones más
recientes apuntan a que en 2016 se mantendrá el tono expansivo de la actividad
productiva. La persistencia del déficit público, que superó en 2015 las previsiones, obligará a adoptar políticas de ajuste
presupuestario, que podrán incidir de forma negativa sobre el ritmo de
crecimiento.
El PIB de la economía española registró una
variación intertrimestral del 0,8% en el primer trimestre de 2016, lo que
implicó un aumento del 3,4% sobre el mismo periodo del año precedente. La
demanda interna de la economía volvió a ser el factor determinante de dicha
aceleración, destacando el dinamismo del consumo privado, de la inversión en capital productivo y de la
construcción residencial. La aportación del resto del mundo volvió a ser
negativa, pero con menos intensidad que
en los dos ejercicios anteriores.
El PIB del primer trimestre de 2016 todavía
fue inferior en un 3% al punto más alto alcanzado por la actividad productiva
al final de la etapa de expansión previa a la gran recesión. Todo apunta que
dicho nivel se alcanzará en el último trimestre de 2016, con lo que se habrán tardado ocho años en recuperar el nivel de
actividad alcanzado antes de la crisis.
El empleo EPA aumentó en casi un 0,9% en el
primer trimestre de 2016, según resultados corregidos del componente
estacional. Dicha variación implicó un
aumento anual de los ocupados en 574.800, un 3,3% sobre el mismo periodo de
2015. Los algo más de 18 millones de empleos del primer trimestre de 2016 están
un 12,7% por debajo del nivel del segundo trimestre de 2008. Hay, pues, 2,6 millones de empleos menos que al inicio de
la crisis.
Una tasa de inflación todavía negativa y una
previsión de superávit de la balanza de pagos por cuenta corriente significan
que el mayor dinamismo de la economía
está teniendo lugar sin que se disparen el déficit exterior ni la
inflación. La construcción residencial, al
estar aún lejos de presentar una intensidad como la anterior a la recesión
iniciada en 2008, favorece un menor impulso de la demanda interior y una
ausencia de desequilibrios.
La baja calidad del empleo generado es un
rasgo negativo de la actual expansión de
la economía. En el primer trimestre de 2016 el aumento del empleo temporal
llevó hasta el 25% la proporción de este último dentro del empleo asalariado.
La desaceleración del crecimiento de las exportaciones refleja la debilidad del
comercio internacional y la dificultad de la economía española de ganar cuota
de mercado a nivel internacional.
El déficit público de España descendió desde el 11% del PIB en
2009 hasta el 5,1% en 2015. Este último superó ampliamente al previsto
en el Programa de Estabilidad enviado
hace un año por el gobierno español a la Comisión de la Unión Europea (4,2%).
El último Programa de Estabilidad de España,
actualizado en abril de 2016 para el periodo 2016-2019,
ha establecido una previsión de déficit del 2,9% para 2017. Sin embargo,
la Comisión de la UE, en las
previsiones de primavera de 2016, ha anticipado
que el déficit público español superará de nuevo en 2017 el tope del 3%.
El Programa de Estabilidad 2016-2019 prevé,
pues, que en 2017 el déficit sea inferior al 3% del PIB y que al final del periodo citado se sitúe en
el 1,6%. Los datos publicados anticipan un posible ajuste a la baja en los
niveles medios del gasto en pensiones, educación y sanidad. El desajuste aparece
elevado en pensiones, donde está previsto un importante aumento en el número de
pensionistas. La financiación básica actual, apoyada en las cotizaciones
sociales, resulta insuficiente para cubrir tal aumento de gasto. En ausencia de acciones correctoras el proceso llevaría a una importante reducción en la cuantía media
de las pensiones. La cuestión remite a una imprescindible reforma fiscal.
La Comisión de la UE ha dejado para el próximo
mes de julio de 2016 la cuestión de imponer o no a España una multa por el
incumplimiento prolongado del déficit. De entrada obliga a España a efectuar un
ajuste (reducción del déficit) del 0,25% del PIB en 2016 y otro del 0,5% en
2017, equivalentes en conjunto a unos 8.000 millones de euros.
La economía española ha entrado con fuerza en
2016 en la fase expansiva del ciclo
económico, con empleos de baja calidad, con un anémico aumento de la productividad y
un elevado nivel de endeudamiento. Los ajustes del déficit afectarán a la baja
al ritmo de crecimiento. De ahí que resulte más que necesario clarificar el
contenido de la política económica a desarrollar tras las elecciones del 26 de
junio, que deberá efectuar los ajustes obligados y contribuir, además, a mantener el ritmo de crecimiento imprescindible para borrar las pesadas huellas
de la gran recesión de 2008-2013.
Una versión de este artículo se publicó en la
revista semanal El Siglo de Europa, de
30 de mayo de 2016
[1] JRL es
miembro de Economistas frente a la crisis y Vocal del Consejo Superior de
Estadística del INE.