Las mejores previsiones de crecimiento para 2015
publicadas por algunos organismos internacionales, como la OCDE, la Comisión
Europea y el Banco Central Europeo se
han visto contrarrestadas por el aviso del Fondo Monetario Internacional
(FMI) acerca de una posible situación de “estancamiento secular” entre 2015 Y
2020.
El Informe
Económico Provisional de la OCDE (OCDE, 2015) elevó desde el 3,7% hasta el 4%
la previsión de crecimiento de la economía mundial en 2015. En el caso de Estados Unidos dicha previsión
seria de un aumento del PIB del 3,1%, mientras que en la Eurozona el ritmo
citado se aceleraría desde el 0,9% previsto inicialmente hasta el 1,4%.
En la evolución
económica general destaca la presencia de unos tipos de interés muy reducidos. Esto último acentúa la intensidad de las
fluctuaciones de los tipos de cambio y de los precios de los activos. Los precios
a la baja de la energía refuerzan la aceleración del crecimiento. La presión bajista
de los precios permite a los bancos centrales reforzar la expansión de la
demanda.
Las políticas monetarias
de signo expansivo pueden conducir a
unos tipos de interés muy reducidos durante periodos de tiempo prolongados. Ello
conduce a subvalorar los riesgos y a acentuar, como ya se ha indicado, las
fluctuaciones de los tipos de cambio.
El tipo de
interés real de equilibrio ahorro-inversión
ha descendido. Los bancos centrales han respondido reduciendo los tipos
de interés nominales que controlan. Hay un excedente de ahorro y una escasez de
proyectos de inversión. La fuerte expansión del crédito al sector privado
observada antes de la crisis fue la forma bajo la cual los bancos
centrales sostuvieron la demanda en un
contexto de debilidad de esta variable.
Una nueva
elevación de los tipos de interés, nominales y reales, requeriría de una
importante expansión de la demanda de inversión, de una acusada caída del
ahorro y de un declive de la aversión al riesgo ahora existente, circunstancias
que no van a producirse a corto plazo. “Los bajos tipos de interés no son,
pues, la resultante de un complot por parte de los bancos centrales, sino de
las fuerzas contractivas de la economía mundial” (M. Wolf, “Strong current that
keep interest rates down”, FT, 17.3.2015).
Las previsiones
de la Comisión de la UE apuntaban
también hacia una mayor intensidad en la
recuperación de la Eurozona. Además de observarse una elevación de los pedidos
empresariales desde el inicio de 2015, los precios del petróleo han descendido
en casi un 52% en enero-febrero de 2015 sobre el año precedente, en el caso
del bruto del Mar del Norte.
El declive del
euro frente al dólar también ha contribuido a fortalecer las exportaciones
fuera de la Eurozona y ha ayudado a
aumentar el precio de los inputs y a frenar el descenso de los precios. El tipo
medio de cambio del euro en febrero de
2015 fue de 1,135 dólares, un 17% por debajo de la cotización de mismo mes de
2014.
El mayor impacto de
la inyección de liquidez por parte del
BCE consistirá en el compromiso implícito de mantener los tipos de interés en un nivel
reducido en tanto persista dicho programa, esto es, hasta septiembre de 2016.
El descenso del tipo de cambio del euro frente al dólar será la segunda consecuencia,
efecto que no tiene porqué ser
permanente.
El tercer efecto
será el del reequilibrio de la cartera. Quien venda bonos y obtenga liquidez
tendrá que poner dicho dinero en alguna parte, como puede ser en la economía
real. “No se conocerá el impacto de la inyección de liquidez hasta que se tenga
evidencia de cómo se transmite dicha política a la economía real” (W, Munchau, ”The
sucess of eurozone QE relies on a confidence trick”, FT, 22.3.2015). Los bancos
han mejorado de forma sustancial su oferta de crédito tras la implantación de
la medida del BCE. Y las burbujas en los precios de las acciones y de los activos inmobiliarios están a la vuelta
de la esquina.
En la semana del
13 al 19 de abril , en su reunión de primavera, el FMI advertirá que las
principales economías mundiales deberán prepararse para un periodo prolongado
de bajo crecimiento. En los países desarrollados el PIB potencial crecerá solo en un 1,6% entre 2015 y 2020, por debajo de las
tasas de crecimiento previas a la crisis. La desaceleración será mayor en las
economías emergentes.
Según el FMI la
pasada crisis financiera fue peor que las “tormentas” previas y frenó el ritmo
al cual pueden crecer las economías. Las
raíces de esta evolución van más allá de
2008 y se apoyan en causas tales como el
envejecimiento de la población y la
desaceleración del aumento de la productividad en los países emergentes.
El FMI recomienda a los países desarrollados
apoyar un mayor crecimiento de la inversión, y les recuerda que tendrán así más
problemas para reducir los niveles de deuda. Las nuevas previsiones no dejaran
de afectar a la economía española, que crece más pero que está lejos de frenar
el continuo crecimiento de la deuda pública.
Una
versión de este artículo se publicó en la revista semanal “El Siglo de Europa”,
de 13 de abril de 2015
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