Los resultados de
las elecciones europeas del 25 de mayo
de 2014 han sacudido el contexto
político español. En dichas elecciones el voto ciudadano puede resultar más libre que cuando del voto se deriva quien va a gobernar. En dichos
resultados ha destacado el fuerte
descenso de los dos grandes partidos y el avance de fuerzas de izquierda
alternativas al PSOE.
Se advierte un claro paralelismo entre el menguante voto socialista,
así como del importante descenso del
Partido Popular sobre 2011, con la evolución de la economía española. La
modesta recuperación de los tres últimos trimestres no ha borrado la impresión de
continuidad de la crisis.
PP y PSOE han
perdido en las últimas elecciones europeas más de cinco millones de votos sobre
las elecciones de 2009, con una participación electoral muy similar en ambos
casos. Los votos que han ganado las principales fuerzas políticas alternativas,
IU, UPyD y el nuevo partido de izquierda “Podemos”, unos 2,8 millones, proceden
no solo del PSOE, sino también de votantes del PP en 2009. Los aumentos relativos de votos de dichas
fuerzas políticas alternativas al “bipartidismo” han sido espectaculares. El
retroceso sobre 2009 ha sido especialmente intenso en el
PSOE, el 41,5%, no muy lejos del 39% perdido por el PP.
Pero los
resultados electorales de 2014 no han sido un fenómeno aislado. Tras ganar el PSOE las elecciones
generales de 2008, en las que el presidente Zapatero ganó votos sobre 2004, dicho partido inició en las europeas de
2009 un proceso rápido de pérdida de votos, paralelo a la recesión de 2008-2013.En
2009 tuvieron lugar los mayores descensos del PIB desde el inicio de la crisis
y tuvo lugar la primera de las intervenciones de entidades de crédito,
concretamente la de la Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha.
La crisis económica
se había iniciado en 2007, pero el PIB siguió creciendo en España hasta el
primer trimestre de 2008. El empleo, medido por el número de ocupados de la
Encuesta de Población Activa (EPA), creció hasta el segundo trimestre de dicho
ejercicio. En el segundo semestre de
2008 la crisis se profundizó, sobre todo cuando en septiembre de ese año
tuvo lugar la quiebra del banco
estadounidense Lehman Brothers. Como ya se ha indicado, en 2009 el PIB
de la economía española descendió en un 3,7%, la mayor caída anual de dicha
magnitud desde que se dispone de resultados de la Contabilidad Nacional de
España.
La citada crisis
de la economía española ha pasado por dos etapas bien diferentes. En la primera,
situada entre 2008 y 2010, España sufrió las consecuencias del fuerte retroceso
de la construcción y de la recesión del
mercado de la vivienda, lo que afectó de forma decisiva al sistema financiero.
La segunda fase de la crisis, en la que las caídas del PIB fueron menos
intensas, tuvo su origen en las medidas deflacionistas adoptadas por los
gobiernos del PSOE y del PP para
corregir el elevado déficit público y frenar el aumento del endeudamiento
exterior. La recaída ha sido especialmente negativa para la evolución del
empleo, cuyo descenso (3,7 millones) es la variable clave en el empeoramiento
de la situación socioeconómica española.
En 2009, en lo
peor de la recesión, el PSOE perdió
cinco puntos en el porcentaje del voto
popular. Sin embargo, la perdida
decisiva la sufrió dicho partido en las elecciones generales de 2011, en las
que perdió otros diez puntos sobre las
europeas de 2009. En 2011 el PP apareció como fuerza hegemónica, pero esa situación ha sufrido un serio contratiempo
en las últimas elecciones europeas. En 2012 y 2013, los dos años completos en los
que ha gobernado el PP, el PIB de la
economía española retrocedió a los significativos ritmos del 1,6% y 1,2%,
respectivamente. En el primer trimestre de 2014 hay 1.202.400 empleos menos que
en cuando el PP llegó al poder, según la
EPA del INE.
Los dos años y medio de gobierno del PP han
estado marcados, además, por los abundantes retrocesos en las prestaciones sociales (educación,
sanidad, pensiones) por la intensificación de los desahucios, por una reforma
del mercado de trabajo que ha precarizado el empleo y que ha disminuido los salarios. Una cosa son
los recortes derivados de los descensos de los ingresos fiscales y otra muy diferente
es aprovechar la ocasión para privatizar en favor de empresas y personas próximas
al gobierno la gestión de importantes servicios
públicos, desde la gestión del agua hasta la sanidad pública.
Pero el resultado
electoral no depende solo de la evolución de la economía, sino que existen otros
factores que inciden. Así, el PSOE no ha aprovechado en 2014 el evidente voto
de castigo al PP. Dicha fuerza política resulta ahora irrelevante para un segmento
creciente de la población. La renovación socialista no puede venir de un congreso en el que en
realidad votan los 50 secretarios generales provinciales. Estos proponen la lista de delegados a votar en los
“congresillos” provinciales, casi siempre sin alternativas.
Para que pueda
haber renovación es necesario favorecer la presencia de varios candidatos que propongan
alternativas reales. La abdicación del rey Juan Carlos no debe servir de
justificación para ir a un candidato único y para desembocar en un congreso de adhesiones.
El panorama político ha cambiado de forma definitiva Las elecciones europeas de 2014 han llevado, pues, a la necesidad de una renovación profunda en el PSOE y también han
podido influir en el adelanto de la decisión de abdicación del monarca.
Una versión más reducida
de este articulo se publicó en la revista El Siglo de 9 de junio de 2014.