08 junio 2014

CICLO ECONOMICO, ELECCIONES EUROPEAS 2014, RENOVACION POLITICA Julio Rodríguez López


  Los resultados de las elecciones europeas del  25 de mayo de 2014  han sacudido el contexto político español. En dichas elecciones el voto ciudadano puede  resultar más libre que cuando del voto se deriva  quien va a gobernar. En dichos resultados ha destacado  el fuerte descenso de los dos grandes partidos y el avance de fuerzas de izquierda alternativas al PSOE. 

Se advierte un claro paralelismo entre el menguante voto socialista, así como del  importante descenso del Partido Popular sobre 2011, con la evolución de la economía española. La modesta  recuperación de  los tres últimos  trimestres no ha borrado la impresión de continuidad de la crisis.

  PP y PSOE han perdido en las últimas elecciones europeas más de cinco millones de votos sobre las elecciones de 2009, con una participación electoral muy similar en ambos casos. Los votos que han ganado las principales fuerzas políticas alternativas, IU, UPyD y el nuevo partido de izquierda “Podemos”, unos 2,8 millones, proceden no solo del PSOE, sino también de votantes del PP en 2009.  Los aumentos relativos de votos de dichas fuerzas políticas alternativas al “bipartidismo” han sido espectaculares. El retroceso   sobre 2009 ha sido especialmente intenso en el PSOE, el 41,5%, no muy lejos del 39% perdido por el PP.

  Pero los resultados electorales de 2014 no han sido un fenómeno  aislado. Tras ganar el PSOE las elecciones generales de 2008, en las que el presidente Zapatero ganó votos sobre  2004, dicho partido inició en las europeas de 2009 un proceso rápido de pérdida de votos, paralelo a la recesión de 2008-2013.En 2009 tuvieron lugar los mayores descensos del PIB desde el inicio de la crisis y tuvo lugar la primera de las intervenciones de entidades de crédito, concretamente la de la Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha.

La crisis económica  se había  iniciado en 2007, pero  el PIB siguió creciendo en España hasta el primer trimestre de 2008. El empleo, medido por el número de ocupados de la Encuesta de Población Activa (EPA), creció hasta el segundo trimestre de dicho ejercicio. En el segundo semestre de  2008 la crisis se profundizó, sobre todo cuando en septiembre de ese año tuvo lugar la quiebra del banco  estadounidense Lehman Brothers. Como ya se ha indicado, en 2009 el PIB de la economía española descendió en un 3,7%, la mayor caída anual de dicha magnitud desde que se dispone de resultados de la Contabilidad Nacional de España.

  La citada crisis de la economía española  ha pasado por   dos etapas bien diferentes. En la primera, situada entre 2008 y 2010, España sufrió las consecuencias del fuerte retroceso de la construcción  y de la recesión del mercado de la vivienda, lo que afectó de forma decisiva al sistema financiero. La segunda fase de la crisis, en la que las caídas del PIB fueron menos intensas, tuvo su origen en las medidas deflacionistas adoptadas por los gobiernos del PSOE  y del PP para corregir el elevado déficit público y frenar el aumento del endeudamiento exterior. La recaída ha sido especialmente negativa para la evolución del empleo, cuyo descenso (3,7 millones) es la variable clave en el empeoramiento de la situación socioeconómica española.

 En 2009, en lo peor de la recesión,  el PSOE perdió cinco puntos en el porcentaje del  voto popular. Sin embargo,  la perdida decisiva la sufrió dicho partido en las elecciones generales de 2011, en las que perdió otros diez puntos  sobre las europeas de 2009. En 2011 el PP apareció como fuerza hegemónica,  pero esa situación ha sufrido un serio contratiempo en las últimas elecciones europeas. En 2012 y 2013, los dos años completos en los que ha gobernado el PP,  el PIB de la economía española retrocedió a los significativos ritmos del 1,6% y 1,2%, respectivamente. En el primer trimestre de 2014 hay 1.202.400 empleos menos que en cuando el PP llegó al poder, según  la EPA del INE.

  Los dos años y medio de gobierno del PP han estado marcados, además, por los abundantes retrocesos  en las prestaciones sociales (educación, sanidad, pensiones) por la intensificación de los desahucios, por una reforma del mercado de trabajo que ha precarizado el empleo y  que ha disminuido los salarios. Una cosa son los recortes derivados de los descensos de los ingresos fiscales y otra muy diferente es aprovechar la ocasión para privatizar en favor de empresas y personas próximas al gobierno  la gestión de importantes servicios públicos, desde la gestión del agua hasta la sanidad pública.

  Pero el resultado electoral no depende solo de la evolución de la economía, sino que existen otros factores que inciden. Así, el PSOE no ha aprovechado en 2014 el evidente voto de castigo al PP. Dicha fuerza política resulta  ahora irrelevante para un segmento creciente  de la población.  La renovación socialista  no puede venir de un congreso en el que en realidad votan los 50 secretarios generales provinciales. Estos  proponen la lista de delegados a votar en los “congresillos” provinciales, casi siempre sin alternativas.

 Para que pueda haber renovación es necesario favorecer la presencia de varios candidatos que propongan alternativas reales. La abdicación del rey Juan Carlos no debe servir de justificación para ir a un candidato único y para desembocar en un congreso de adhesiones. El panorama político ha cambiado de forma definitiva Las elecciones  europeas de 2014 han  llevado, pues,  a la necesidad de  una renovación profunda en el PSOE y también han podido influir en el  adelanto de  la decisión de abdicación del monarca.


Una versión más reducida de este articulo se publicó en la revista El Siglo de 9 de junio de 2014.