El año 2012 fue trascendente en el camino de
la solución a la crisis del sistema bancario español. En dicho ejercicio
se profundizó en la restructuración realizada en ejercicios
precedentes. Se sanearon las entidades más afectadas por la crisis y
se recapitalizó una parte importante del sistema crediticio.
Con dicho fin se pidió un rescate a la Comisión Europea, que abrió para ello una línea de financiación de hasta
100.000 millones de euros, tras la firma de un Memorándum de Entendimiento con
el gobierno español en julio de 2012. A fines de año se habían utilizado unos 42.000 millones..
Se considera que
en el caso español la salida a la crisis del sistema bancario ha resultado un tanto tortuosa. La tardanza en reaccionar, el
condicionamiento de las ayudas a la concentración bancaria, la transformación
obligada de las cajas fusionadas en bancos, el retraso en resolver la cuestión
de la escasez de capital de las entidades, la falta de condicionalidad en las
ayudas concedidas a los bancos, el
olvido de los deudores, además de la complicación que supuso una supervisión bancaria compartida entre el
Banco de España y las comunidades autónomas, han sido algunos de los
factores que han condicionado el proceso seguido entre ente 2008 y 2012
(Antón Costas, “¿Para quién las cajas nacionalizadas?”, El Periódico 12.1.2013,
y Joaquín Muns, “Una crisis exacerbada por los errores” , La Vanguardia,
20.1.2013).
Junto a los impactos más directos de la crisis
económica, evidenciados en la caída de la actividad productiva y en la
destrucción intensa de empleos, el
sistema financiero ha enviado abundantes señales negativas a los ciudadanos. La
restricción crediticia, el aumento de la morosidad y de los desahucios ligados
a los préstamos hipotecarios, la fuerte reducción de las plantillas de los
bancos (55.000 fue el numero de reducciones de empleos en 2012), la cuestión de
las cuotas preferentes, vendidas como imposiciones a plazo fijo cuando eran una
participación en el capital de los bancos sin apenas derechos para el
ahorrador, la extinción de la obra social de las cajas de ahorros, han sido
algunos de los hitos bancarios que han afectado negativamente a los ciudadanos.
En el sistema
bancario que echa a andar en 2013, con el banco malo, Sareb, buscando una
estrategia, tras las abruptas medidas de 2012 para aproximar al valor de
mercado los activos ligados al negocio inmobiliario, destaca en primer lugar la
sensible concentración registrada. En
2009 había 50 entidades de crédito que suponían la mayor parte de los activos
bancarios, de las que siete eran bancos y 43 eran cajas de ahorros.
Después de cuatro años de fusiones, ajustes,
intervenciones de cajas y de actuaciones del FROB, en 2012 son catorce las
entidades que controlan el 90% de dichos activos. Cinco entidades proceden de
bancos (Santander, BBVA, Sabadell, Popular y Bankinter), que controlan el 47%
de los activos bancarios nacionales, Las nueve restantes, que concentran el
43%, tienen su origen en cajas de ahorros fusionadas o que han sido absorbidas por otras de mayor
dimensión, entre las que Caixabank es la
de mayor tamaño.
En segundo
lugar, las cajas de ahorros como entidades de crédito han desaparecido
prácticamente del panorama bancario español, que ha perdido así diversidad en
la tipología de dichas entidades. Esto
difiere de lo sucedido en
Alemania, donde las cajas de ahorros siguen manteniendo una fuerte presencia en
el negocio bancario. El que sobrevivan cajas de ahorros que han resistido la
crisis y que han mantenido una solvencia razonable (Caixa, Kutxa, Ibercaja,
Onteniente, Pollensa) implica que el modelo no era necesariamente ineficiente.
Ha sido la
conexión entre el poder político territorial, gerentes de las cajas
problemáticas y los intereses privados
más especulativos, los responsables de los problemas de excesiva concentración
de riesgo inmobiliario, junto a una
alimentación financiera apoyada en gran parte en recursos captados en los
mercados mayoristas. La citada desaparición de las cajas de ahorros, que
nacieron en España en el siglo XIX para
luchar contra la exclusión bancaria y la intensa concentración que, favorecida
desde el gobierno, está teniendo lugar
en el sistema bancario, no dejan de resultar preocupantes.
2013 ha
empezado con algunos hechos positivos,
como son la colocación de bonos en los mercados por parte de los bancos
mayores y la fuerte mejoría de las cotizaciones bursátiles de las acciones
bancarias. Sin embargo, el aumento de la morosidad (se ha pasado desde una tasa
de morosidad del 7,5% en noviembre de 2011 al 11,4% en noviembre de 2012), la
evidencia de que la restricción crediticia sigue afectando seriamente a las
empresas españolas, en especial a las Pymes,
y la necesidad de mejorar la situación de los hogares afectados por los
desahucios de la vivienda habitual, son
problemas que afectan a la evolución futura de las entidades de crédito. .
Algunas cajas
de ahorros saneadas con recursos públicos deben de volver a su territorio de
origen, siguiendo las pautas de actuación fijadas por la Comisión Europea a los
bancos saneados hasta ahora controlados por las cajas de ahorros. El papel del
ICO en el sistema crediticio español se debe de reforzar y de clarificar, de
forma que su tarea de agencia financiera del gobierno resulte fortalecida. Debe
de aumentar la transparencia sobre sus operaciones
activas y pasivas. El ICO tiene que conseguir financiación mediante la
apelación a los mercados de capitales y por medio de las recuperaciones procedentes de su cartera de préstamos vivos.
La banca que
viene trabajará, pues, en un contexto más regulado, supervisada desde 2014 por el Mecanismo Único de Supervisión
dependiente del BCE. Deberá eliminar todas las reservas sobre los activos
tóxicos inmobiliarios que queden en sus
balances. El resto del sistema bancario, sobre todo cooperativas de crédito,
tiene por delante la tarea de animar la competencia interna dentro del sistema
crediticio, llegando a rincones del territorio en el que nunca estará la banca
privada. Por último, en 2013 resulta
imperioso conseguir una recuperación del crédito bancario para que la economía
real empiece a “tirar” de una vez.
[1] Julio Rodriguez es
economista y estadístico. Forma parte del colectivo “Economistas frente a la
crisis”.