04 marzo 2012


Primer  domingo de marzo: Tomas Gómez sigue al frente del PSM.
Julio Rodríguez López.     4.3.2012

   Esta semana se ha confirmado a Tomas Gómez como secretario general del PSM. Su reelección implica que dicho partido no será una prolongación del PSOE federal, lo que es importante. Así  será  más posible, aunque no seguro,  que los socialistas de Madrid tengan un perfil propio entre el conjunto de los socialistas de España. De este modo podrán aportar ideas y propuestas para los muchos problemas de España en 2012.
 Tomas Gómez  participa plenamente del discurso pro-estado bienestar   propio de los dirigentes socialistas en España. Sin embargo, a la hora de aproximar que tipo de modelo productivo o de economía quiere para Madrid, el discurso de Tomas Gómez resulta más elusivo, mas tópico. Con frecuencia señala que  Madrid crece a menor ritmo que lo que dice su triunfalista presidenta autonómica, o que Madrid ha pasado a ser la  3ªautonomia en PIB por habitante (AM Carmona ha debido pasarle una dato anticuado, pues en la última publicación correspondiente del INE  la Comunidad de Madrid es la 2ª, no la 3ª). Sin embargo, a estas alturas,    con esa crítica  no se llega muy lejos. A los que viven en Madrid no les preocupa demasiado el ritmo de crecimiento de la economía regional. 
  A dichos ciudadanos les preocupan más, en ese sentido, aspectos tales como la invasión masiva del territorio de esa autonomía (España, 90 habitantes por km2, Comunidad de Madrid, 900 hh. /Km2),    el hundimiento del empleo,   la crisis  del comercio, que pesa mucho en Madrid, los intentos de dinamizar a dicha  actividad desregulándolo todo en la misma, como horarios, apertura de nuevos comercios, libertad en principio para hacer obras de reforma,  la desaparición masiva de la industria, su expulsión hacia otras autonomías vecinas, la rapidez con la que los municipios recalifican a residencial el suelo que ocupaba una fabrica que se ha mudado fuera de Madrid.
 También preocupa la forma subrepticia con la que la Aguirre ha ido cambiando de arriba abajo la ley de suelo de tiempos de Gallardón, año a año, ley de acompañamiento tras ley de acompañamiento,    la realidad de unos planes de urbanismo locales en los que está previsto construir cuantas más viviendas mejor (si no se ha hecho es porque no hay financiación), planes que el gobierno autónomo “pasa” de coordinar. Madrid tiene unas 50.000 viviendas de nueva construcción  terminadas  y no vendidas. Es un clamor la escasez de crédito para PYMES y cooperativas para construir viviendas protegidas, la opacidad del mercado de alquiler, ahora imprescindible para los nuevos hogares, ante el tipo de empleos que va a dar lugar la reforma del mercado laboral.
 Tomas Gómez hace una defensa correcta de las prestaciones sociales. Quizá resulte  menos fuerte su defensa del transporte público  y de la calidad medio ambiental en esta autonomía. La mejor defensa del estado bienestar es defender antes una economía fuerte y competitiva,  sin que para lograr dicho objetivo  sea imprescindible transformar el modelo de relaciones laborales en algo  más propio de Asia que de Europa, como va a suceder con la nueva legislación.  Está bien que Tomas  Gómez defienda un banco público, pero  no parece haberle interesado mucho en estos años el destino de Caja Madrid, o al menos no se le han conocido propuestas para el futuro de dicha  entidad, hoy subsumida en Bankia  y en  la que todo son incertidumbres, en especial  sobre el futuro de su hasta ahora potente obra social.

 No hay mucho tiempo para aproximar más el discurso del reelegido secretario general de los socialistas de Madrid a la realidad de esta autonomía. Solo tiene 3 años por delante, el  que va de aquí a las elecciones municipales y autonómicas de 2015, pero dicha aproximación resulta imprescindible.  Conviene que el éxito del momento no le haga olvidar a Tomas Gómez que será difícil cambiar el sentido decreciente de la tendencia del voto a los socialistas en la Comunidad de Madrid y, sobre todo,   que va a trabajar sobre una base electoral  menguante y que va a mandar sobre un partido profundamente debilitado.