13 mayo 2010

UN DURO AJUSTE PARA LA ECONOMIA GRIEGA Y PARA EL EURO

Julio Rodriguez López

2009 fue un año de recesión económica, en general. El PIB mundial descendió en un -0,6% en dicho ejercicio. Dicho comportamiento fue la resultante de un crecimiento del 2,4% en los países emergentes y subdesarrollados y de un retroceso de la actividad productiva del -3,2% en los países desarrollados.

Desde la segunda mitad de 2009 se advirtió la presencia de una recuperación moderada de la actividad en numerosos países, en especial en los emergentes. Así, el PIB de Estados Unidos registró crecimientos positivos del 2,2 % y del 5,6% en los trimestres tercero y cuarto de dicho año, respectivamente. El empuje aportado a las economías mediante unas políticas monetarias y fiscales sumamente expansivas contribuyó a impedir que la recesión de 2008-09 se convirtiese en una depresión.

En 2010 la recuperación apuntada en la segunda parte de 2009 parece consolidarse, y ello a un ritmo más vivo en los países emergentes que en los desarrollados, y dentro de estos mejor en Estados Unidos que en Europa. En este año han pasado a primer plano los mercados de deuda, situación que ha afectado sobre todo a Grecia, país de la UE integrante de la Unión Económica y Monetaria (euro). Las dificultades de este país para atender la carga de la deuda pública han incidido sobre los mercados de capitales y sobre toda la Eurozona.

El proceso ha dado lugar a la concesión a dicho país de un crédito global de 110.000 millones de euros por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, según acuerdo establecido el domingo 2 de mayo de 2010. Dicha financiación se ha gestionado ante la imposibilidad griega de hacer frente a los compromisos derivados de la elevada deuda pública viva en poder de entidades del resto del mundo, en especial de bancos de países de la eurozona. En ausencia del préstamo en cuestión, Grecia hubiese presentado una situación de quiebra en la segunda quincena de mayo de 2010.

En ciclos anteriores, las crisis financieras se convirtieron, por lo general, en posteriores crisis de la deuda pública. Se ha estimado que en los tres años que siguen a las crisis financieras la deuda pública suele llegar a crecer en un 80% en promedio, lo que puede conducir a la quiebra financiera de numerosos estados por el peso de la carga de la deuda. En 2010 el nivel alcanzado por la deuda pública puede situarse en el entorno del 90% del PIB en los países desarrollados. Dicho nivel de deuda puede afectar a la baja al ritmo previsto de crecimiento económico (C. Reinhard y K. Rogoff, “Why we should expect low growth amid debt”, Financial Times, 28.1.2010). Se considera que la carga de la deuda pública puede llegar a ser intratable incluso una vez recibida la financiación crediticia desde el Fondo Monetario Internacional.

A la vista de la situación planteada por las dificultades de de Grecia y del aumento de los diferenciales de riesgo aplicados a este país y a otros miembros de la Eurozona fuertemente endeudados, es posible que los bancos centrales alarguen los plazos previstos de abandono gradual de los mecanismos de impulso a la actividad crediticia previstos para 2010.Los mecanismos en cuestión han sido las políticas fiscales de apoyo a la demanda y, sobre todo, las políticas monetarias expansivas impulsadas desde los bancos centrales, que han aportado fuertes cantidades de liquidez a las entidades bancarias.

La moderada recuperación prevista por el FMI para la economía mundial en 2010, correspondiente a un aumento del PIB del 2,3% para los países avanzados, de los que Estados Unidos crecería en un 3,1% y la eurozona solo lo haría en un 1%, puede resultar complicada por la situación de los mercados de deuda. Sin embargo, la persistencia de las fuertes aportaciones de liquidez desde los bancos centrales y los bajos tipos de interés vigentes en la primera mitad de 2010 puede contrarrestar el efecto restrictivo sobre el crecimiento derivado de la inestabilidad de los mercados de deuda.

Hasta hace no mucho tiempo, el déficit exterior era un problema de “otros países”, como Estados Unidos y el Reino Unido. Pero la crisis sacó a la luz los fuertes desequilibrios existentes dentro de la Eurozona. Los elevados déficits de Grecia y de otros países del sur de Europa reflejan la fuerte pérdida de competitividad derivada de los excesos de la “década fantástica” transcurrida entre 1997 y 2007, aproximadamente. La menor competitividad de Grecia, Irlanda, Portugal, y España se refleja en las ganancias de competitividad de otros países de la Eurozona, como Alemania y Holanda. “Ahora que la burbuja del sector privado ha pinchado y que ha ocasionado ingentes volúmenes de deuda pública, el resultado es un desastre fiscal para la eurozona. La cuestión radica en si las poblaciones de tales países soportarán las políticas de ajuste. De no hacerlo, las crisis políticas emergerán, con inciertas consecuencias” (Martin Wolf, Financial Times, 10.3.2010).

Publicado en El Siglo 10 de Mayo de 2010